miércoles, 9 de diciembre de 2009

LAS OIRANS O TAYUUS







En este post explicaré qué son estas figuras tradicionales japonesas, de las cuales nuestra protagonista será una representación modernizada.

Una Oiran o Tayuu es el mayor rango de cortesana de la antigua cultura japonesa. Se podría decir que son algo así como el precedente de la Geisha, pues desde tempranísimas edades eran entrenadas en todas las artes tradicionales para ser las mas bellas, las mas cultas y las mas exquisitas. Auténticas obras de arte en movimiento cuyos servicios requerían un altísimo importe que tan solo podían pagar el Emperador mismo y los más altos cargos de gobierno. Una Oiran no era una prostituta, era una Orian e incluso en la actualidad, si se pregunta acerca de esta figura a un japonés, te discutirá hasta la saciedad que, a pesar de vender su cuerpo, no era una prostituta, era una figura glorificada, revestida de mitología, versada en las mas exquisitas artes, bella sin igual.


Esta diferenciación entre prostituta y Orian se entiende mejor si se sabe que, tradicionalmente, se ha distinguido en la cultura japonesa a dos tipos de mujer: la mujer de la tierra, dedicada a
las labores del hogar y a tener descendencia, y las mujeres del placer, de las cuales las Oiran eran el grado supremo. Dedicadas a hacer bello cada pequeño acto de la vida, a deleitar con sus bailes y sus cantos, eran expertas en el más sutil arte de la seducción, y cada movimiento suyo era ejecutado con una elegancia perfecta y precisa, tras años de duro entrenamiento. Las Oiran eran las mujeres más deseadas de todo el Imperio. Tanto el Emperador como los más altos cargos "adoptaban" por así decirlo a sus favoritas, en una especie de "contrato" implícito de exclusividad a cambio de mantener a la elegida proporcionándola el más alto nivel de vida. Las Oirans vestían de la más alta costura de la época, con ornamentadísimos kimonos y peinados, pues su belleza era fundamental para ser una obra de arte perfecta. Cuando sus servicios eran solicitados un amplio séquito seguía a la mujer en una colorida procesión. El echo de
contratar los servicios de una de estas mujeres era un signo de poderío, de riqueza pertenecientes a las más exclusivas capas sociales y en absoluto era motivo de secretismo o vergüenza, sino todo lo contrario. De hecho, muchas veces no eran contratadas por sus habilidades sexuales, sino por las demás, por su amplio conocimiento de las artes tradicionales así como en la sutileza con la que agradaban a sus interlocutores siempre pareciendo inteligentes, ingeniosas y no excesivamente empalagosas. Muy pocas llegaban a ser Oiran, y las que llegaban eran tanto las mejores como las mas bellas. A diferencia de las Geishas, cuya antigüedad ayuda a la ora de asignar un rango más elevado, las Oiran y Tayuu se lo tenían que ganar a pulso, su belleza y sus habilidades eran cruciales.



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